EL HOTEL ALFONSO XIII
El
arquitecto, que lo diseñó y construyó (al igual que el edificio
Todogoma de Adriano, Colón y Genil), fue D. José Espiau y Muñoz
que
lo concibió y construyó como un hotel de “grandes lujos y
magnificencias”. Puede apreciarse un innegable
parecido estilístico, entre ambos inmuebles: en la forma de sus balcones, sus
hornacinas superiores, los torreones, miradores o incluso en los remates
ornamentales cerámicos del tejado, como puede apreciarse en la foto
inferior. En ambos edificios juega Espiau de forma soberbia,
con materiales como el ladrillo, azulejos, maderas, cerámicas y forjas.
Combinando materiales comunes en un todo armonioso, como sólo él supo
hacerlo
Situado
entre la histórica Fábrica de Tabaco – hoy Universidad – y el
barroco Palacio de San Telmo, el Hotel Alfonso XIII es, en Sevilla,
el Hotel por antonomasia y uno de los mejores hoteles del mundo. Su
espléndida fachada, su volumen y sus formas, quedan perfectamente
enraizados en la ciudad y también en su historia. La idea de construir
un gran hotel en Sevilla estaba en los planes de rehabilitación de la
ciudad con motivo de la Gran Exposición Iberoamericana de 1929,
dirigida por Aníbal González, constructor de la Plaza de España y
junto a su amigo Espiau (con el que compartía escuela), creador de
tantos bellos edificios, que pueden hoy contemplarse en Sevilla. Por este motivo, el edificio
tiene igualmente un parentesco palpable con los que componen la Plaza de España y
los situados en la Plaza de América, diseñados con anterioridad, ya
que se planeó que la Exposición tuviera lugar en 1914, retrasándose
por la Dictadura de Primo de Rivera y la Primera Guerra Mundial. Los
terrenos del Hotel, junto al Palacio de San Telmo, fueron donados a la
ciudad por Su Alteza Real, la Infanta María Luisa, cuyos jardines
privados constituyen hoy el parque que recibió su nombre.
Sus ricos interiores, sus elegantes lámparas
colgadas de elaboradísimos y lujosos artesonados, los suelos de mármol
y de madera, las alfombras de la Real Fábrica de Tapices, los azulejos
decorados, son todavía testimonio de la categoría y perfección
conseguidas por escogidísimos artesanos y artistas, tanto locales como
de otros lugares de España. El coste total del Hotel Alfonso XIII,
incluido el mobiliario, resultó ser de cuatro millones de pesetas, más
del diez por ciento del coste total de los edificios y obras públicas
realizados para la Exposición. Así, desde el primer día, pudo
colocarse cómodamente entre los mejores hoteles del mundo
Su
estilo tan característico es neomudéjar, una versión historicista,
tan en boga a principios de siglo pasado, de la tradición regional
inspirada en la arquitectura árabe y con elementos decorativos del rico
plateresco sevillano. Lo más impresionante es que tal riqueza se
pudiera obtener con materiales considerados tradicionalmente como
pobres, tales como el ladrillo, yeso, madera y cerámica. Lo más
característico del Hotel, es su patio. En el proyecto original, el
edificio estaba construido alrededor de un patio interior inspirado en
el Hospital de Los Venerables, situado en el Barrio de Santa Cruz. Sin
embargo, durante una de sus visitas a Sevilla, el Rey Alfonso XIII mostró
su desacuerdo con el proyecto y pidió al arquitecto diseñar de nuevo
el patio. Y fue construido como se encuentra en la actualidad.
Fue
inaugurado oficialmente el 28 de abril de 1929, con ocasión de la boda
de la Infanta Isabel Alfonsa con el Conde Juan Zamoyski. Contaba, por
aquel entonces, con vistas a la Exposición Universal del V Centenario y
disponía de 260 habitaciones – de las cuales 140, las de los
clientes, eran de lujo y las 120 restantes para los “chauffeurs”.
Todas ellas se decoraron en tres estilos diferentes: castellano, barroco
isabelino y arábigo andaluz. Artesonados de madera en las habitaciones
castellanas, mozárabes en las árabes y paredes enteladas con tejidos
de lino y algodón diseñados en Italia.
En 1992, se emprendió su remodelación bajo la supervisión técnica del
arquitecto Rafael Manzano Monis, Catedrático de Historia del Arte de la
Escuela Superior de Arquitectura de Sevilla, durante largo tiempo,
Conservador de los Reales Alcázares y figura vanguardista en la
recuperación y revalorización del patrimonio artístico y arquitectónico
de Sevilla, transformándose las 260 habitaciones con que contaba el
Hotel en 147, de las cuales 19 son suites, entre las que destaca su
famosa Suite Real.
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